Hay otro Japón dentro de Japón. Hay un alma que reclama un espacio para los sentidos, y hay una materia que reclama una disciplina atenta a su constante perfección, para que ambas (alma y materia) encuentren siempre el justo punto de equilibrio entre la certeza de la existencia y la evanescencia de los sueños. Hay un Japón dentro de otro y de otro y de otro… y así, hasta el final de los tiempos o el comienzo de todo.